EL LIRISMO NARRATIVO DE FERRER GUALLAR
Desde el primer día que vi los cuadros de Joaquín Ferrer Guallar, hace ya unos cuantos años, quedé fascinado por el color y la luz que los envolvían, por la atmósfera tan sorprendente y mágica que se desplegaba ante ellos. Transmitían una musicalidad muy especial, esa que proviene de lo sensorial y no de lo racional. No estaba seguro de aprehender intelectualmente el discurso de su pintura, pero era inútil resistirse a la conmoción visual que esos cuadros te causaban.
Allí se respiraba una tradición pictórica antigua e innegable, y uno creía reconocer en esos cuadros el ingenuismo de Miró, algunas de las geometrías imposibles de Vasarely, la gracilidad y liviandad de Klee, el surrealismo de Dalí… Pero esa tradición había sido interiorizada, remozada y deconstruida, y el resultado era una abstracción geométrica tan luminosa como elegíaca.
Porque la pintura de Joaquín Ferrer Guallar, rebosante de pequeños relatos narrativos que, unidos entre sí, crean un fantasmagórico frontispicio que nos lleva a lugares insospechados, es una elegía a las músicas de sus compositores más queridos y admirados, a los sonidos y ritmos que han marcado su vida y que de alguna manera están presentes en toda su obra. Y es también un canto al color, que tanto la caracteriza y singulariza, pues nadie podría imaginar ya la pintura de Ferrer sin esos acordes cromáticos que la hacen única y personalísima.
Hemos dicho “abstracción geométrica”, pero en puridad no deberíamos hablar de abstracción. Cada uno de sus cuadros nos cuenta una historia real (esos “relatos narrativos” a los que nos referíamos) y muchas veces, como por ejemplo ocurre en la serie de Mediterráneo, en Somos o en Bienvenidos, el discurso es perfectamente reconocible. El lirismo de Ferrer Guallar, evidente e incontestable, es pues un lirismo narrativo, versos en prosa pictórica empeñados en contarnos las historias de las diferentes melodías elegidas. Y lo hacen con un tono lúdico y amable, casi lindante con lo naíf, de modo que uno ve los cuadros de Ferrer con gozo y complacencia, con la certeza de estar frente a un pintor de verdad, sin trampas ni imposturas.
José Luis Melero
De la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis