El artista emplea un lenguaje vibrante, de simples líneas y exquisitos cromatismos, que desarrolla unos trabajos introspectivos, poéticos y sublimes. Semejante combinación de signos, muchas veces entrelazados y superpuestos afectivamente, hacen que su obra se lea como un paisaje imaginario donde las formas parecen flotar en una atmósfera sosegada. En este sentido, las figuras parecen surgir unas de otras, provocando un movimiento visual que siempre se desarrolla rítmicamente, como instruido por el compás de un director de orquesta.

Carlos Delgado
El Punto de las Artes. Madrid
